La brecha digital en salud: cómo afecta a pacientes con enfermedades crónicas respiratorias y cardiometabólicas
Brecha digital en salud: solo el 30% de mayores con enfermedades crónicas usan apps médicas
Imagina tener que controlar diariamente tu diabetes, hipertensión o enfermedad pulmonar obstructiva crónica mediante aplicaciones móviles cuando nunca has usado un smartphone. Esta realidad afecta a millones de personas mayores en España y Latinoamérica, donde las enfermedades crónicas representan el 70% de las muertes según la Organización Mundial de la Salud. Un estudio reciente publicado en PeerJ revela datos preocupantes sobre esta brecha digital en el ámbito sanitario.
La investigación dirigida por Daniel Monasor Ortola del Departamento de Psicología de la Salud de la Universidad Miguel Hernández de Elche analizó cómo 523 pacientes con enfermedades crónicas utilizan las tecnologías de salud móvil (mHealth). Los resultados muestran que solo los pacientes más jóvenes y con mayor nivel educativo aprovechan estas herramientas, dejando atrás a la población que más necesita seguimiento continuo: los mayores de 70 años.
El trabajo, disponible en PubMed Central, evidencia que la edad media de los participantes era de 71,65 años, con un rango que iba desde los 21 hasta los 99 años. Aquí reside el primer desafío: ¿cómo implementar soluciones digitales cuando el usuario promedio pertenece a una generación que creció sin internet?
Según José Joaquín Mira, coautor del estudio y también investigador de la Universidad Miguel Hernández, "la alfabetización digital se convierte en un determinante de salud tan importante como el acceso a medicamentos". Esta afirmación cobra especial relevancia en países como España, donde el 20% de la población supera los 65 años y las enfermedades crónicas afectan a más de 19 millones de personas.
El perfil del usuario digital en salud
Los datos del estudio muestran patrones claros: los hombres utilizan significativamente más aplicaciones de salud que las mujeres (p = 0,0017), y los pacientes más jóvenes demuestran mayor competencia digital (p < 0,001). Antonio Esteve Ríos, del Departamento de Enfermería de la Universidad de Alicante, señala que "los pacientes con diabetes son los que más se benefician de estas herramientas, probablemente porque su enfermedad requiere monitorización constante".
Virginia García Ferrer, del Departamento de Salud de Dénia, donde se realizó el estudio, añade que "la educación secundaria o superior marca la diferencia: el 69,2% de quienes consultan fuentes oficiales online tienen este nivel formativo". Esto plantea un dilema ético: ¿estamos creando un sistema de salud dual donde solo los más formados tecnológicamente reciben atención óptima?
La situación se agrava cuando consideramos que, según el Instituto Nacional de Estadística, el 35% de los españoles entre 65 y 74 años nunca ha usado internet. En Latinoamérica, las cifras de la CEPAL indican que solo el 45% de los mayores de 60 años tiene acceso a tecnologías digitales.
Por qué importa esto si eres paciente o cuidador
Si tienes un familiar mayor con EPOC o diabetes, probablemente hayas notado cómo las recetas electrónicas, las citas online o las aplicaciones de control generan más estrés que alivio. El estudio confirma que la preferencia por la atención presencial sigue siendo mayoritaria entre los adultos mayores, no por resistencia al cambio, sino por falta de habilidades digitales.
Pensemos en María, una mujer de 78 años con hipertensión y diabetes que debe medir su glucosa tres veces al día. Su hija le instaló una aplicación para registrar los valores, pero María no sabe interpretar las gráficas ni enviar los datos a su enfermera. Esta situación, repetida miles de veces en consultas de atención primaria, ilustra la desconexión entre el diseño tecnológico y la realidad del usuario.
Como explica un análisis reciente sobre cambios en cuidados sanitarios, la transformación digital debe ir acompañada de formación personalizada. No se trata solo de crear herramientas, sino de asegurar que los pacientes las comprenden y utilizan correctamente.
El contexto internacional de la salud digital
La brecha digital en salud no es exclusiva de España. Un informe de la OMS sobre salud digital publicado en 2023 alertaba que los países mediterráneos y latinoamericanos enfrentan desafíos similares. Mientras naciones como Estonia o Corea del Sur lideran la implementación de historiales clínicos digitales, en España aún luchamos con la interoperabilidad entre sistemas autonómicos.
Investigaciones paralelas, como el estudio sobre migraña en Polonia, muestran cómo las apps de salud pueden mejorar el seguimiento de enfermedades crónicas cuando están bien diseñadas. La clave está en la adaptación cultural y generacional.
En Latinoamérica, países como México y Colombia han implementado programas de telemedicina con resultados dispares. El éxito depende en gran medida de la infraestructura tecnológica regional y la capacitación de profesionales sanitarios. Como señala un reporte del Organización Panamericana de la Salud, "la equidad digital debe ser prioridad en las agendas de salud pública".
Soluciones prácticas para cerrar la brecha
Los investigadores proponen varias estrategias basadas en sus hallazgos. La primera es desarrollar interfaces más intuitivas, con iconos grandes, voz en lugar de texto, y recordatorios sonoros. La segunda implica crear programas de alfabetización digital en centros de salud, donde enfermeras enseñen a los pacientes a usar estas herramientas.
Antonio Esteve Ríos sugiere que "los familiares más jóvenes pueden actuar como facilitadores, pero el sistema debe proporcionar recursos para que los pacientes sean autónomos". Esto conecta con investigaciones sobre toma de decisiones en salud que destacan la importancia de la autonomía del paciente.
Otra solución pasa por integrar las aplicaciones móviles con los sistemas de atención primaria existentes. Así, los datos que un paciente registra en su app podrían llegar automáticamente a su historial clínico, facilitando el seguimiento por parte de profesionales sanitarios.
El futuro de la mHealth en enfermedades respiratorias
Para pacientes con EPOC o asma grave, las tecnologías móviles ofrecen oportunidades extraordinarias. Dispositivos wearables pueden monitorizar la saturación de oxígeno, la frecuencia respiratoria y la actividad física, alertando ante posibles exacerbaciones.
Sin embargo, el estudio muestra que precisamente estos pacientes son los que menos utilizan estas tecnologías. La complejidad de su estado de salud, sumada a la edad avanzada típica en estas patologías, crea una barrera difícil de superar.
Como analiza una revisión sobre melatonina y salud respiratoria, el manejo integral de estas enfermedades requiere abordajes multifacéticos donde la tecnología debe ser un apoyo, no un obstáculo.
Implicaciones para los sistemas de salud
Los hallazgos de este estudio deberían impulsar cambios en las políticas sanitarias. En España, donde el gasto en cronicidad supera el 70% del presupuesto sanitario según el Ministerio de Sanidad, la digitalización bien implementada podría generar ahorros significativos.
Pero la transición debe ser gradual e inclusiva. Imponer soluciones digitales sin preparar a los usuarios aumenta la desigualdad y puede empeorar los resultados de salud en poblaciones vulnerables.
La experiencia de países nórdicos, donde la digitalización sanitaria comenzó hace dos décadas, demuestra que el éxito requiere inversión sostenida en infraestructura, educación y soporte técnico. Como señala un informe del Instituto Karolinska, "la tecnología en salud debe medirse por su capacidad para mejorar la equidad, no por su sofisticación técnica".
Reflexión final: tecnología con rostro humano
Al analizar estos datos, surge una pregunta fundamental: ¿estamos diseñando tecnologías para pacientes reales o para usuarios ideales? La brecha digital en salud refleja desigualdades sociales más profundas que requieren soluciones estructurales.
Los sistemas de salud enfrentan el desafío de digitalizarse sin dejar a nadie atrás. Esto exige colaboración entre ingenieros, diseñadores, profesionales sanitarios y, especialmente, los propios pacientes. Como concluye Daniel Monasor Ortola, "la tecnología más avanzada es inútil si el paciente no puede usarla".
Este estudio, publicado en una revista de alto impacto como PeerJ, representa una llamada de atención para gobiernos, empresas tecnológicas y sociedad civil. La salud digital del futuro debe ser accesible, intuitiva y, sobre todo, humana. Solo así cumplirá su promesa de mejorar la vida de quienes conviven diariamente con enfermedades crónicas.
Fuente principal: Estudio completo en PubMed
Sobre el autor: Este artículo fue redactado por el equipo editorial de Educar en Salud, especializado en divulgación científica. Los contenidos se basan en fuentes revisadas y se explican con fines informativos para el público general.
Revisión editorial: Este contenido fue verificado por el equipo editorial de Educar en Salud con base en fuentes científicas primarias y guías de salud oficiales.
Resumen: Estudio revela que pacientes mayores de 70 años con EPOC y diabetes usan menos apps de salud, creando desigualdad en el acceso a cuidados digitales.
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